Aquella tarde el Absorto Señuelo ( conocido con este apodo en Tierras lejanas) decidió agotar las horas de luz mientras paseaba con su cuaderno por el camino de los álamos. De indumentaria indescriptible, sombrero bombín y barba de un par de días; se disponía a aclarar sus dudas mientras paseaba, mientras observaba el paisaje casi veraniego. Grotescamente las chicharras rasgaban el sonido que producía la brisa y el cantar de las golondrinas, ademas en el ambiente se mezclaban los aromas de una bella muchacha, el olor de los verdes pastos, del agua fresca discurriendo por el viejo riachuelo. Todo fluía tranquilamente. Últimamente no conciliaba bien el sueño, sufría de interrupciones y ruidos molestos que como de costumbre intentaba calmar. Ahora nada lo retenía. Iba caminando por el paisaje cuando una chica de porte esbelto y de considerable belleza se le acerco desde la valla de la finca.Si su memoria no le fallaba aquella era la Soñadora Juglaresca. Aquella chica lo invitaba a que entrara a probar uno de sus dulces; él complacido aun no había decidido si aceptar aquella invitación. Sabía que si accedía a pasar a invertir su tiempo en un delicioso manjar jamás se inspiraría a acabar con su cuaderno. Ella al verlo dudoso le pidió que si accedía a entrar, el solamente debería contarle un pequeño cuento de sus viajes.
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