sábado, 4 de enero de 2014

Pesadilla

     Aquella mañana, mientras paseaba distraído por los salones del palacio, y distraido en mis ensoñaciones acabé, sin buscarlo, bajando a las mazmorras abandonadas de palacio. Eran muchas las leyendas que de ese sitio se contaban, pero alguna podría no ser cierta. Me acerqué con cautela a la puerta de roble con pernios oxidados que separaban el palacio de las escaleras oscuras que conducían al subterráneo. A la primera vuelta de llave la cerradura ya cedió ante mis manos, y me halle con la plena certeza de que mi descendimiento traería temores y pesadillas. Pocas veces dudaba de comenzar una aventura, pero esta me provocaba temor.. ¿Y si la bestia que allí habitaba según los relatos seguía viva? ¿Y si no encontraba el camino de vuelta y moría como otros muchos habían hecho? El miedo se quería apoderar de mi pero di un paso adelante y comencé mi bajada. A cada escalón que bajaba el aire comenzaba a ser frió y húmedo y algo cerrado y difícil de respirar, pero pronto me acostumbraría. Las telarañas, los escalofríos en mi cuerpo, el ruido seco de mis pisadas.. Llegué a pensar que no había sido una buena idea el bajar, pero algo dentro de mi decía que hallaría respuestas.

   Nunca me había considerado una persona valiente, pues no tenia títulos ni historias que hablasen de mi, pero si  era alguien decidido, con ganas de superar cualquier obstáculo en el camino. Todo esto me lo decía para mis adentros cuando una fría voz comenzó a cantar en el interior de las mazmorras. Su canto era un llanto hacia alguien que había perdido hace mucho, y transmitía ese sentimiento de nauseas y tristeza.

   Seguí recorriendo los pasillos de aquella tortuosa mazmorra, pues el miedo poco a poco se iba consumiendo, ya no sentía nada solamente esa voz me estaba llamando a que la buscase y la salvase de su tortura. El tiempo apenas corría para mi y el sudor de mi frente empezaba a cristalizarse, y mi corazón empezaba a palpitar como ruidos de tambor. Dudaba de mi propia valentía alimentada de superar mi miedo. y estaba cerca de la habitación del origen del canto desgarrado. Estamos llegado al final de esta historia, y mi miedo era como el primero que tuve al querer bajar a esta oscura mazmorra. La puerta se entreabrió un poco, de su interior salía un olor a rosas recién cortadas.

   La muerte me estaba esperando con su guadaña afilada, lloraba porque me veía las esperanzas que aun albergaba mi vida, no dude un segundo sus brazos me esperaban. Su dulce hoja mellada sesgaba mi vida para nunca mas volver alli..

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