domingo, 4 de noviembre de 2012

vuela pluma...

Cierra los ojos, imagina un aeropuerto, con sus puertas de embarque, con sus pasajeros apresurados, con el vaivén de los aviones. Ahora bien, imaginen un pasajero apunto de coger un vuelo a un destino maravilloso, va cargado con una maleta de mano, y una cámara colgada del cuello, parece perdido, como si fuera nuevo el lugar al que se dirigía, llevaba sombrero y barba rala de un par de semanas, mira su billete un par de veces asegurándose de que se dirige a la puerta de embarque correcta, tickan su billete, decidido se dispone a ir a su asiento, con un "feliz viaje" que la azafata le había dado. El avión comenzaba a llenarse poco a poco, desde una ventana podía verse a los operarios metiendo el equipaje de los pasajeros; buscaba su asiento 55-I le tocaba pasillo, hubiera disfrutado más fotografiando el paisaje desde la ventana ¿Quien sería su acompañante?¿Quizás un hombre de negocios, o un joven alocado con animo de aventura, o una madre visitando a su hijo? Nadie de esos personajes, solamente una chica de fácil conversación, nuestro pasajero se aventuraba a entablar una profunda conversación, cuando de repente, un caballero le dice que se ha equivocado de asiento. Dolido por la confusión del momento, y de la sorprendida compañera, se dispone a moverse a su verdadero asiento, pero aquel no era su avión. Ese avión minutos más tarde sufría un accidente mortal.
Él miraba su billete, iba a subir en el avión correcto, y encontraría el asiento correcto, segundos mas tarde desde la terminal vio el accidente de avión, el pasajero con barba rala y sombrero no daba crédito a lo que había sucedido.

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