Aquella mañana llovía, era una mañana común como otros días de atrás. Al pescador esas mañanas le gustaban,
Eran frías y las lágrimas de aquella noche no se le notaban. Se le notaba algo nervioso como si temiera de no pescar nada esa mañana. Tenia mucho miedo, últimamente nada le cuadraba: le habían aconsejado que dejara de pescar ya que la fría humedad mañanera le podía provocar una pulmonía; en su mente estaba el retirarse una vez "capturada" la gran presa (un pez legendario en aquel lago) ¿Retirarse? El tenía buena fama con su caña ¿porque debería hacerlo? No se jugaba nada más que un sueño y no quería que otros lo hicieran; aunque en su mente le satisfacía saber que ese pez sabía algo sobre el pescador, pescador y pescado habían conectado a la primera desde que supieron de la existencia del otro. Pero aquella mañana algo iba: mal el pescador había lanzado el anzuelo, demasiado cerca, recoge el hilo, vuelve a lanzar, demasiado lejos, durante media hora estuvo tirando el anzuelo hasta que consiguió el tiro perfecto. No tubo que esperar ni cinco minutos y el hilo estaba tenso. Tiraba con todas sus fuerzas no conseguía arrastrar la captura, la barca verde empezó a moverse, tiró mas fuerte, ceso el esfuerzo, empezó a recoger el hilo en la punta se apreciaba algo, extendió la mano, había un papelito arrugado y mojado y con letra de niño pequeño ponía "tanto esperar me cansé del anzuelo". El pescador se había pescado así mismo
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